¿Creíste que la luna aplastaría mi lucidez?
¿Sentiste que el aire escaparía de mi ser?
¿Hiciste maletas en la sed de mi rabia?
¿Te piensas tan elocuentemente idiota?
Las dagas de tus mentiras han calado,
mas ninguna de tus huellas vive,
el agua de este río limpia estupideces
y mi tinta vomita tu olor y tu risa.
Tu imaginación será jueza de mi locura,
te dirá lo inmediato que eres,
lo mediocre de tus besos y tus deseos
y la debilidad de tu sexo infinitesimal.
Ese teatro en el que pariste tu falsedad
se derrumba frente a mi deleite ardiente
de ver quemando mi cuerpo en otra sábana
sin la sola codicia de tu recuerdo.
No conoces la burla del alcohol y la mía juntas,
te harán despertar a media noche
creyendo haber sentido mis dedos en tu espalda,
sintiendo mi lengua en tu pelvis.
Tu regreso es lo improbable,
no reconocerás tus sabores en mi piel
ni tus agujeros en mi colchón,
una palabra tuya bastará para odiarte.
Ya no eres más que una broma de mi cama,
la pasividad de mis ganas,
la felicidad de mi perversidad,
la dulzura de mis malas mañas.
¿Has pensado en mi cuando rozas tu sexo?
¿Has sentido mi aliento en tu cuello?
Lo sabía… siempre fue así,
a pesar de todo, te crees conmigo.
Ja…
Guillermo Aárra
02-07-2008