No me cabe la tristeza
ni las piezas de mi sombra.
En la merma de la vida
se pasea la vil caída.
Se rebalsa la pena,
en mi sangre se asfixia,
con cada fino latido,
la sentencia paraliza.
Se me hace crudo el dolor
en la boca de la ausencia
que amamanta mi agonía
y apresa mi llanto cruel.
La soledad fermenta mi orgullo
y eleva mis diáfanos recelos
para enfermar mis manos
que anhelan tu cuerpo.
No aguanto ni mi saliva
que me recorre el aliento
y se desliza en la memoria,
mis labios y tu recuerdo.
Permanezco sin mí, pero aquí.
Presiento el frío, sin tu abrazo.
Percibo la risa, la de mi burla.
Pienso en ti, en ti, en ti.
Guillermo Aárra
23-06-2009